domingo, 13 de enero de 2013

Clara y Dulce Navidad



Siempre me había creído o más bien pretendido un iconoclasta convencido. No es que sea algo que me haya producido ninguna satisfacción, pero tampoco especial desasosiego. Pero me preguntaba por qué a mí no me producían emoción las imágenes o las pinturas tradicionales de la imaginería que siempre ha estado presente en la vida de la Iglesia.

Todo comenzó a cambiar, cuando un compañero y amigo, artista y muy entendido en arte, incluso sin la formación reglada que tuvo posteriormente, me comentaba los simbolismos que dibujaba. Continuó mi cambio, cuando visité por primera vez el Louvre y me di cuenta que algunas de aquellas esculturas que pude ver me impresionaron. El siguiente paso, se produjo el día que me planté ante el Cristo de Velázquez y me di cuenta que me era difícil de comprender una cierta emoción que siempre, además me ha acompañado ante esa impresionante obra de arte (o algo más, que yo no sé). En fin, poco a poco comencé a valorar la imaginería y no solo la eclesial.

Hablar de la imagen de Santa Clara, por lo tanto, ya no me será tan difícil. Además, hablaré de cómo las Hermanas Clarisas de Montijo, han sido capaces de restaurar una imagen, que forma parte de la posesión más preciada de los montijanos. Porque, como me recuerda el amigo Manolo García Cienfuegos, citándome un libro sobre el convento de Antonio Arévalo Sánchez, se trata de una imagen “de muy buena traza. Debió ser adquirida o trasladada de otro lugar tras pasar del estado de beatas al de clarisas. Su morfología barroca descuella en el rico estofado de la túnica, escapulario y manto. Porta aureola en forma de diadema, báculo y ostensorio de plata en su color.”

Las Hermanas Clarisas, al restaurar la imagen, han dado un nuevo valor a Montijo, necesitado de recuperar en su historia, lo que la ha marcado, y el Convento del Santo Cristo del Pasmo, es un activo en eso. En tiempos anteriores, es seguro que Obras Sociales, o Instituciones se hubiesen ocupado de ello, pero no están los tiempos para ello, así que las Hermanas sacrificando otras cosas (nunca, por cierto, la caridad que tan espléndidamente cuidan), decidieron recuperar el esplendor de la imagen.

¿Y cómo lo hacen? De la manera más dulce. Con dulces. La repostería más exquisita que se puede probar, doy fe, aunque yo no deba (la maldita glucemia), pero la carne es débil y los pasteles están ricos, ricos … No deben dejarse mucho tiempo, porque apenas cuentan con los debidos conservantes y claro se estropean si no se consumen .

En fin, que las Hermanas han aportado a Montijo. Es de esperar que los montijanos devuelvan algo de la generosidad de las Clarisas, apoyándolas, sobre todo con su repostería, que por cierto, es muy conocida, yo diría que más y más apreciada que en la propia Montijo. Así que Clara y Dulce Navidad para todos.








Escribe:
Casimiro Muñoz
Sacerdote de la Parroquia de San José, de Lácara 
y Capellán del Convento de las Clarisas de Montijo



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