A principios de septiembre del año pasado tuve la
oportunidad de estar en Cracovia (Polonia) por cuestiones laborales. Durante
esta estancia decidimos visitar, junto mis compañeros de Badajoz, Córdoba e
Inglaterra, los campos de concentración de Auschwitz-Birkenau. Cuando nos
montamos en el autobús para emprender "el camino a Auschwitz", uno se
acordaba de la historia de Edith Stein, religiosa carmelita asesinada en agosto
de 1942. Además, con el vídeo que nos acompañó durante el trayecto para contextualizar
y aportar documentación se nos venía a la cabeza la película “la lista de
Schindler”.
La visita comenzaba en el campo concentración de Auschwitz
I, en cuya entrada hay una frase en alemán que dice “el trabajo hace libre”.
Conforme avanza la visita se aprecia en el antiguo cuartel militar que dicho
lugar abortaba las libertades de las personas que allí estuvieron. Edificios,
barracones, torres de control, perímetro acordonado por vallas metálicas,
patios de fusilamiento, cámara de gas en un subterráneo y un crematorio. Un
diseño de unos humanos para asesinar a otros humanos. En una de las paredes del
paredón de este campo de concentración vi que había estampas religiosas de
Polonia, Italia, Francia, etc. Entonces aproveché para, en nombre de la Junta
de Junta de Gobierno de nuestra Cofradía, dejar una estampa con nuestras Sagradas
Imágenes en señal de recuerdo de las víctimas fallecidas.
A continuación, la visita continuó en el campo de
concentración de Auschwitz II (Birkenau). Mismo diseño de exterminación en unas
dimensiones muy amplias que impactan de manera sobrenatural. Tras la
explicación de la persona que nos guiaba, uno intentaba imaginar cómo los
trenes pasaban y pasaban, por debajo de un arco, cargados de vagones llenos de
personas para su asesinato, para aquello que los nazis afirmaban como su
destino final. En el camino de vuelta a Cracovia con los compañeros la charla
que mantuvimos estaba llena de comentarios inexplicables de lo visitado, frases
inacabadas de lo visitado y sensaciones muy desagradables. Un pensamiento incomprensible
de cómo esa tragedia pudo ser realizada por la raza humana. A día de hoy aún
cuesta olvidarlo, pero esperemos que este magnicidio no vuelva a repetirse en
la historia y tengamos siempre presente la frase de George Santayana: “quien no
recuerda la historia está obligado a vivirla de nuevo”.
Escribe:
Santiago
Fernández Rodríguez
Administrador
de la Junta de Gobierno
(Desde la
Dirección de este medio, invitamos a todos aquellos cofrades a participar en
Nuestro Blog mediante artículos de opinión, fotografías,…, haciéndonoslas
llegar a: nazarenoypiedadmontijo@hotmail.com
)
No hay comentarios:
Publicar un comentario