Cualquier hecho en el pasado constituye un hito en la historia que, analizado después, ofrece un interés cultural conectando el ayer con el hoy, como puente que une dos orillas transitadas.
Se cumple este año el gozoso 50 aniversario de la
constitución de la Cofradía
de Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Piedad. Medio siglo es la edad
madura de cualquier persona para hacer reflexión, realizar balance, corregir o
conservar, progresar o anclar.
Si esta Cofradía la forman personas, medio siglo de
peregrinaje es tiempo valido para la reflexión y echar una mirada retrospectiva
hacia el pasado, enjuiciándolo objetivamente, se una al presente y se saquen
consecuencias.
SUS ORÍGENES
Unos hombres que sufrieron el vápulo de la guerra civil
del 36 deciden constituirse en 1941 para formar una hermandad, que tendría como
protectora a la Virgen
de la Soledad,
símbolo espiritual de aquella zozobrosa angustiosa de sus experiencias
personales. Después unirían a Jesús Nazareno portando sobre sus hombros el leño
de la Cruz, como
signo manifiesto de que cada uno hemos de llevar la cruz sin brillo de nuestras
vidas con la resignación y valentía del Maestro.
Con el tiempo, recibiría la Cofradía la advocación de
“Nuestro Padre Jesús Nazareno y Nuestra Señora de la Piedad”, que saldría
procesionalmente el Miércoles Santo, como manifestación de pública penitencia y
para conmemorar la Pasión
de Jesús.
Además, consta en los estatutos de dicha cofradía que se
celebrará un Quinario el 14 de septiembre a Jesús Nazareno y un Triduo a la Santísima Virgen.
Los cofrades penitentes siguen vistiendo túnica negra con
cíngulo morado, capuchón negro y guantes blancos.
Aquel ramillete de hombres montijanos, como semilla
fecunda de fervor cristiano, llenos de fe, dieron a luz a esta cofradía que hoy
es fruto maduro y exponente vivo de una profunda religiosidad que los avatares
de los tiempos no ha dejado mancha, sino que permanece fresca y lozana
irradiando esperanza.
Unos doscientos cofrades censados dan fe de cuanto
decimos mas cuantos se adhieren como penitentes en la Procesión de Miércoles
Santo.
VALOR HISTÓRICO-ARTÍSTICO
DE LAS DOS IMÁGENES
La imagen de Jesús Nazareno se venera en la Ermita de Jesús, es del
S.XVIII, de gran belleza artística y atribuida al granadino José de Mora. Viste
túnica de terciopelo morada y ceñida con cíngulo morado. En su frente lleva
corona de espinas y potencias en la cabeza. Carga sobre su hombro izquierdo con
la Cruz. El
rostro de Jesús refleja el inmenso dolor y sufrimiento de su Pasión, huella
imborrable que impresiona al mirarlo.
La imagen de la
Virgen se custodia en el Convento de las monjas Clarisas. Se
cree que es una talla del S.XVII. En su rostro se ve la amargura y el dolor que
siente ante la ignominia que es víctima su Hijo.
Esta imagen fue restaurada en la década de los sesenta y
hoy luce manto verde, traje blanco y tocada por una corona dorada. Hoy es
portada en hermoso paso con multitud de cirios.
Al principio, los “pasos” eran portados por treinta y
seis costaleros, a sueldo. Actualmente, son llevados por hermanos cofrades,
como acto de fe y penitencia.
VICISITUDES A TRAVÉS DE
LOS TIEMPOS
En cincuenta años, es natural que la Cofradía haya pasado por
momentos y buenos y menos buenos, altibajos lógicos de toda obra de hombres,
pero no es menos cierto que siempre yacía ese rescoldo que, bien alimentado por
cofrades entusiastas, resurgía con más fuerza y esplendor.
Y es que cuando existe la Fe heredada de nuestros mayores y fomentada por
la sincera convicción, es difícil que algo muera.
Más en este caso que se persigue perpetuar la memoria de
nuestra redención para poseer el Reino, que es el dominio del bien, la verdad,
el amor sobre el odio, la mentira y el mal.
Con este planteamiento, la Cofradía superó la crisis
natural y humana, no exenta del influjo mundano, pero queda la secuela
económica, como nube gris que empaña. Y esta dificultad, la de poder hacer
frente a los gastos propios que conlleva la salida de la Cofradía el Miércoles
Santo, los miembros de la
Directiva tienen que hacer, no pocos años, de limosneros y
correr con los gastos que se originan.
Hoy, como en los primeros tiempos, la procesión es
autentica manifestación de fervor religioso que convierte en templo nuestras
calles. La labor de una directiva joven es proyectar a los demás sus
convicciones, por eso se hace desde aquí una llamada para que retomen la
antorcha los más jóvenes y sigan iluminando con la luz del Evangelio a nuestro
pueblo que, a veces, parece sumergirse en la indiferencia.
NUESTRO AGRADECIMIENTO
A LOS COFRADES FUNDADORES
Como buenos sembradores, la semilla cayó en buena tierra
y dio buen fruto. Lo que hace ahora cincuenta años surgió como sin medir las
consecuencias porque quisieron manifestar así su religiosidad, hoy se sigue en
el mismo derrotero y con el mismo espíritu de sus fundadores. Para ellos,
nuestros agradecimiento: Francisco Antolín Rodríguez, José Luís Calero Molero,
Fernando Sánchez Estévez, Hipólito Gragera Barragán, Pedro Acevedo Rodríguez.
Ramón Leal Gallego, Luís Gragera G. Piñero, Francisco Gragera Tejada, Luís
Jerez Gutiérrez, Juan Pinilla Pinilla, José Gómez García, José Lavado Sánchez,
Manuel Antolín Delgado, José Ramón Vaca Bautista, Francisco Cuevas Delgado,
Daniel Gallego Molina, Modesto Pinilla Porras, Guillermo Muro Bautista, José Alonso Sánchez, Pablo Sánchez Fernández, Casimiro Rubio Codes, Francisco López
Sáez, Blas Pérez Carretero, Casimiro Moreno Gómez, Luís Alonso Sánchez, Antonio
Carretero Bautista, José Fernández Marín, Luís Pinilla Pérez, Alonso Torres
Martín, Toribio Bautista Thomas, Emilio González Vega, Francisco Alonso
Rodríguez, Juan Bautista Thomas, Francisco Rodríguez Cavero, Federico Thomas Núñez.
También queremos tener un
recuerdo para quienes en tiempos posteriores lucharon sin descanso por nuestra
Cofradía: Maruja Thomas Hernández, Marina Real Carretero, Mercedes Menayo
López, Manuel Sánchez Martínez, Rafael Gómez Rodao, Francisco Hernández Arévalo,
Antonio Perís Escribá, y los que nos han precedido en el signo de la fe y gozan
de la presencia de Dios: Elisa Pinilla Porras, Emilio Macarro Rodríguez,
Emiliano Gragera Tejada, Francisco Quintana Merino y Luís Molina Capote.
La
Junta
de Gobierno
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