martes, 14 de agosto de 2012

CELEBRACIÓN DE SANTA CLARA



El día 11 de agosto, festividad de nuestra madre Santa Clara, se conmemoró el VIII Centenario del inicio de la Orden, fundada en 1212. La imagen ha sido restaurada en Sevilla, porque estaba afectada de carcoma, y ha quedado preciosa. Es una talla hermosísima.

Nuestras madres monjas, con mucho esfuerzo la han mandado a restaurar, así que invito, desde estas líneas, a que sufraguemos, entre todos, este gasto tan necesario.

La novena ha sido una auténtica maravilla. El padre franciscano don Adán, mexicano y residente en Roma, centró sus homilías en San Buenaventura, instructor en la canonización de Santa Clara, e íntimo de San Francisco. Esta Santa, enamorada de la Dama Pobreza, entendió a la perfección el Evangelio. Fue así como contempló a Dios en el Reino Celestial. Tuvo un buen ayudante, otro enamorado de Dios, San Francisco de Asís. Hoy, los dos poseen una larga estela de enamorados: las diferentes familias franciscanas.

Los dos últimos días de novena celebró la Eucaristía el padre don José García, residente en El Palancar, y el último día concelebró con don Pedro Macarro, sacerdote montijano.

Nuestras hermanas monjas nos dieron una gran sorpresa al final de la Eucaristía del noveno día. Nos invitaron a todos a llevar la imagen en procesión por los claustros del Convento. Muchas personas no habían visto nunca el Convento por dentro. Es una maravilla. Todo tan limpio, tan cuidado, con unas macetas preciosas. Es algo que, estando en el pueblo, no se conocía. Todo fue precioso. Y al final, nos obsequiaron con dulces y refrescos. Ellas gozaban de alegría. Como decía el padre Adán en una de sus homilías, ellas son un pararrayos, pues están siempre orando y pidiendo por nosotros. Que también nosotros pidamos por ellas y surjan más vocaciones religiosas.





Yo particularmente pido por todas ellas, por las más mayores, por Madre Josefa, Sor Espíritu Santo, Sor Isabel, por todas. Gracias a ellas, que tanto oran por nuestro pueblo, debemos estar orgullosos. Así que ojalá esté nuestro Convento siempre abierto, porque se necesita la contemplación y la oración que tan necesaria es para todo.

Esta pequeña capilla, con su Sagrario escondido, donde está lo más valioso para el cristiano, que es el pan de la vida, es preciosa y tiene imágenes de gran valor, como la talla del Santo Cristo del Pasmo, la de Santa Clara, la de San Antonio y San Francisco. Una capilla así invita a centrarte más en la oración, pues ofrece  recogimiento. Que no nos falten nunca nuestras queridas monjas, que tanto hacen por todos, y piden en sus oraciones. Que ellas sean un referente para todos nosotros.




                 Colabora en la información:
Pilar García Moreno



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